04 septiembre 2017

Frasco por Suramérica - 16 - De Uyuni a San Pedro de Atacama

Uyuni

Llegamos (Alejandra, de Bogotá; JuanJo, de Valencia y un servidor de La Gloriosa Liga) jueves en la tarde a Uyuni, Bolivia. Una ciudad en medio del desierto. Desde la distancia se nota claramente dónde empieza y dónde termina. A su alrededor, no hay ganado ni cultivos, sólo desierto. La ciudad es pequeña, fea, hay polvo por todo lado, no hay nada verde y es poca la gente en la calle. La actividad principal de la ciudad es el turismo, y hay hospedajes sencillos por todo lado, así como agencias de turismo.

Esto es LandCruiserLandia. Todas las agencias de turismo usan este carro. (Les recuerdo que pueden hacer click a las fotos para agrandarlas)

Lo primero fue averiguar por Inet y con los guías locales sobre la ruta a seguir, los peligros y los cuidados a tener. La respuesta de los locales fue en tres sentidos:
- Con ese carro no se puede hacer.
- Ocupa llevar por lo menos 120 litros de gasolina.
- Sin guía no se puede hacer.

Por otro lado Inet avisaba de gente que anteriormente ha hecho el recorrido y ciertos cuidados a tener. Lo primero fue cargar 100 litros de gasolina, suficiente para alrededor de 1000 km en condiciones normales. Lo segundo fue cargar comida y agua para cuatro días, de lo que por dicha se encargaron Ale y JuanJo. Lo tercero fue llevar a lavar el carro y rociar toda la parte de abajo con una mezcla de aceite y sabrá Dios qué más, que es lo que usan los locales para evitar que la sal se pegue al metal del carro y este se corroa.

Ya cuando los locales nos vieron listos, nos recomendaron tener cuidado con los "ojos de sal", huecos de variable tamaño en el salar, que suelen ser inofensvos, pero que de vez en cuando tienen tamaño suficiente para romper una punta de eje. Además, de tener cuidado a la hora de entrar y salir del salar, porque en estos puntos la sal se mezcla con la tierra y forma un barro capaz de pegar cualquier carro.

Una vez que tuvimos todo listo, nos fuimos a la atracción local: El Museo Ferroviario Abierto de Uyuni. A la salida del pueblo, formado originalmente por ser el punto de salida del tren hacia los puertos del pacífico en Perú y Chile, se fueron acumulando cantidad de locomotoras y vagones descartados. Al ser caro transportar los equipos inutilizados a lugares de desmantelamiento, se fueron tirando al desierto y hoy permanecen en el conocido Cementerio de Trenes. Es impresionante ver estas locomotoras de vapor, sus calderas y cisternas, sus vagones de carbón.

El Museo Ferroviario Abierto de Uyuni. Aka Cementerio de Trenes.

Salar de Uyuni

El equipo saliendo de Uyuni.

De Uyuni se sale por carretera asfaltada a Colchani, a 20 km. Este es el último punto en el que se va a ver asfalto en cuatro días. El pueblo termina en la entrada oriental al salar. La Policía Boliviana tiene un retén informal a la entrada del salar. Nos paran y piden ver el extintor, el botiquín y la licencia. preguntan si tenemos guía o GPS y no muy convencidos, nos dejan seguir, deseándonos suerte.

La primera parada es el monumento al Rally Dakar Suramericano, a unos 10 km de la entrada al salar. Luego continuamos a la isla Inkahuasi. La navegación por el salar a estas alturas del año es sencilla. Se sigue cualquiera de las huellas de los carros anteriores en la dirección que uno quiere ir y ya. Hay suficientes cerros y volcanes a la vista como para ubicarse y en teoría con sólo una brújula y un mapa de papel uno debería poder llegar a su destino. El GPS lo hace aún más fácil. Los cuidados que hay que tener son a la entrada y salida; y con los ojos de sal. El resto es manejar y disfrutar del paisaje.

El monumento al Rally Dakar.

La inmensidad del salar.

El salar tiene diferentes formas en diferentes puntos. El más común que vimos es el de hexágonos.

De ahí seguimos a la isla Incahuasi. Estas son montañas de tierra firme en medio del salar. Esta isla es famosa por tener bancas y mesas para almorzar. La mayoría de tours hacen parada de almuerzo aquí y es donde los turistas sacan sus famosas fotos en perspectivas. Hay cabinas y área para acampar, pero cobran por la entrada, así que no nos quedamos.

Cambiamos rumbo al sur y llegamos a la isla TNA (¿? No estoy seguro de que se llame así), que en cambio es una isla desierta. Ahí subimos a la Cueva del Diablo, resguardada en su entrada por un cáctus de más de ¿8? m de alto.

El Frasco ahí para dar perspectiva.

Después buscamos dónde parquear y subimos a la cima de la isla. La isla, cuya base está a 3650 msnm, está llena de corales petrificados, testigos de su pasado sumergido en el fondo de un mar ubicado en lo más alto de Los Andes. Ahí, en la cima, nos encontramos un círculo perfecto para acampar, con vista a 360° del salar desde la altura. Después de subir las tiendas, comida, agua y los sleeping vimos el atardecer. La noche se puso fría, pero con una buena fogata logramos aguantar hasta eso de las nueve. El lugar es perfecto para ver las estrellas, pero la luna en cuarto creciente salió temprano y iluminó el cielo como nunca. La otra gran ventaja es que apenas salió el sol, le dio directo a las tiendas y nos calentó temprano.

La cima de la Isla TNA. Al fondo, el salar, un mar blanco que recuerda a un cielo nublado visto desde un avión.

La fogata, cortesía de las ramas muertas de arbustos y tres pedazos de tronco de cáctus petrificado.

Del Salar hacia la Ruta de las Lagunas

La Ruta de las Lagunas es un camino de lastre que corre perpendicular a la frontera Bolivia-Chile por en medio de desiertos, salares, volcanes inactivos y formaciones geológicas únicas. No hay pueblos aquí y el camino termina en el Parque Nacional Eduardo Avaroa, famoso por sus lagunas y fumarolas.

Salimos a eso de las 9:30 am de la Isla TNA y avanzamos hacia el suroeste sin seguir ninguna huella distinguible por unos 15 km. Ahí topamos con una de las huellas principales, que nos llevó hasta la salida sur del salar. El camino pasa a ser un trillo de tierra en medio de arbustos bajos. Se llega al poblado de Aguaquisa y ahí nuestros mapas (virtuales y físicos) señalaban "La Cueva de las Galaxias".

La cueva es una gruta descubierta por dos campesinos locales, en la que hay cantidad de algas petrificadas. Al lado hay otra cueva con un cementerio preincaico. Ambas iniciativas son de familias locales, sin mayor ayuda del resto de la comunidad ni del gobierno. Los tours no visitan el sitio por lo alejado y complicado de los caminos.

Los campesinos que encontraron la cueva no tenían idea de qué era lo que veían. Describieron el lugar como "Galaxias" y de ahí el nombre de la cueva.

Cráneos humanos del cementerio preincaico. La mayoría de las tumbas habían sido saqueadas previamente y no hay agencia gubernamental que estudie el lugar.

Un par de huellas por el desierto. Como cientos de otras. Navegar sin GPS es posible pero sin duda sería muy difícil.

De la Cueva de las Galaxias manejamos por otras dos horas hasta el pueblo de San Juan, último pueblo en el recorrido hasta llegar a San Pedro de Atacama. El pueblo no tiene restaurantes, ni sodas, ni gasolineras. Cocinamos almuerzo a la sombra del gimnasio local y seguimos el camino.

De ahí salimos a un altiplano gigantesco. Entre salares pequeños, arena, piedra y tierra, caminamos a 90 km/h por unas dos horas por el desierto, pasando sólo una base militar como única evidencia de ocupación humana. Ahí comenzamos por fin a subir los cerros, el camino se volvió por fin tan malo como nos habían descrito y el Jimny, a más de 4000 msnm comenzó a sufrir.

Esto de manejar por el desierto se trata de seguir huellas. No hay tal cosa como un camino.

Torbellinos del desierto.


Por el resto del día la velocidad promedio fue de 20-30 km/h. A eso de las 4 pm la doble tración dejó de funcionar. Una rápida inspección visual dio que el conector de la electrónica del transfer se quebró. Por dicha los pines estaban intactos y el tape eléctrico hizo el resto del remiendo.

Resueltos los problemas mecánicos, pasamos Laguna Cañapa, donde vimos por primera vez flamingos y nos cobraron 10 BoB (1 US$ aprox 6.91 BoB) por absolutamente ningún servicio.

A diferencia de los delfines rosados, los pájaros rosados son fáciles de fotografiar.

De Laguna Cañapa la siguiente es Laguna Hedionda, que está dominada por una gran cantidad de flamingos y un "Eco-Hotel". Por lo que no quisimos quedarnos acampando por ahí. Seguimos a Laguna Negra, donde quisimos acampar, pero el viento helado y fuerte nos hizo buscar otro lugar. La búsqueda de un lugar en el que nos diera el sol de la tarde y el de la mañana se cambió por buscar un lugar donde no nos diera el viento; y nos tocó cambiar las vistas impresionantes por la practicidad del refugio.

Ahí en la foto está el carro y las tiendas. Puntos al que lo encuentre.

Laguna Colorada y Parque Nacional Eduardo Avaroa

Desayunar temprano y hacer camino rápido gracias al frío. Ya en camino el trillo se convierte en múltitud de trillos. Nadie parece darle mantenimiento al trillo principal, y los guías de tours hacen su propio trillo cada vez que el anterior está muy hondo. Seguir el camino se convierte en un juego de adivinar cuál de los trillos está en la mejor condición o es más corto. Durante la mañana vimos un coyote, unos conejos con cola larga y un par de ratones. Nada más parece vivir ahí arriba, pero sí nos encontramos a un tipo que hacía el mismo recorrido sólo y en bicicleta.

Coyote!

¡Y uds decían que yo estaba loco!

A medio camino la suspensión delantera comenzó a sonar. La tuerca superior del amortiguador delantero derecho se cayó, junto con la arandela y el bushing. Las últimas aparecieron entre la arena, la tuerca no. Tocó saquear el carro por alguna tuerca parecida que no fuera crítica para remendar el amortiguador y seguir el camino. El camino nos llevó al famoso Árbol de Piedra. Una serie de piedras en pilas en medio del desierto.

Árbol de Piedra.

Finalmente llegamos al parque nacional. Ahí un guardaparques muy amable nos cobró la entrada de 150 BoB por persona y nos dio las reglas del parque. Tras explicarnos ampliamente que el Flamingo Chileno no es realmente chileno, sino que sólamente se llama así, fue muy enfático en que el acampar dentro del parque es prohibido debido a las bajas temperaturas de noche, que pueden llegar a -20°C. También nos recomendó muy enfáticamente el hospedaje de Don Abraham, el más bonito, limpio, cómodo y barato de los hospedajes del parque. Además nos darían un descuento si decíamos que él nos había enviado y los guardaparques dejan sólamente a los turistas que se quedan en ese hospedaje bajar hasta la orilla de la Laguna Colorada. Así que decidimos acampar de todas maneras.

El siguiente atractivo es la Laguna Colorada. Un lago color rojo sangre en el que viven miles de flamingos. El viento es particularmente fuerte y frío, lo que nos puso sobre aviso a lo que nos ateníamos para la noche. Lo que quedó fue buscar un lugar protegido del viento y de los guardaparques para montar nuestro campamento.

Laguna Colorada. La cámara no capta ni el rojo del agua, ni lo frío del viento.

Los flamingos, en ese frío, en ese lago rojo, comiendo sabrá Dios qué.

Uno de tantos paisajes. Las montañas y la tierra de tantos colores diferentes.

Bajando a San Pedro de Atacama

JuanJo quería ver el amanecer en las fumarolas. Es lo que hacen los tours. Así que tocó levantarse a las 5 am y manejar una hora con los LandCruisers. Allá arriba, pasando lagos congelados y pasos de nieve, hay un grupo de geysers o fumarolas. La ventaja es que, al ser esto Bolivia, no hay barandas ni guardas, así que los turistas se pueden tomar fotos con la brea humeante.

Cuando amanece frío.

Ahí las fumarolas. Son calientes y huelen a azufre. Lo usual, pero a 4850 msnm.

Primera vez manejando sobre hielo.

Finalmente seguimos después de desayunar. El camino por fin es una calle de lastre decente y empieza a bajar. Aquí arriba está la frontera. Aduana y migración bolivianas resueltas comienza la calle de asfalto, la primera desde el primer día del circuito. 45 km de bajada nos llevan a San Pedro de Atacama, en medio del desierto y con un calor brutal, después de varias semanas de frío.

El edificio de Migración Boliviana. Block en el techo para que no se vuele la lata. Ese Evo que es un loquillo.


Otro más de los paisajes.

La bajada a Atacama.

En total, 587 km en cuatro días desde que salimos de Uyuni, donde estaba la última gasolinera. El carro habrá gastado probablemente 50 litros de gasolina, lo normal para ese tipo de camino y esa cantidad de kilómetros en doble tracción permanente. El camino es definitivamente para 4x4 solamente y para carros con buena altura de ejes. El GPS es indispensable para la ruta de las lagunas y no se debe tener miedo de lo que los locales digan con tal de "vender" el tour y que uno no haga las cosas por su cuenta.

Por último, ya arrancamos con Chile. Vamos para el sur. Y ese Judas Ramírez sí que es un crack!


Si quieren ver una reseña de un viaje parecido hecha por profesionales, recomiendo Top Gear - Bolivia Special. Hacer click al link para verlo.

Viva La Liga!

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