Mujer. Ahora sobreviene el asunto de la mujer como grupo social. El genero occidentalizado se ha dado a la tarea de revertir siglos en los que ha vivido a la sombra del hombre. La tarea era necesaria y es desde todo punto de vista justo; sin embargo pretender que sea fácil es ilógico. Poco a poco ha ido la mujer occidental ganando terreno sobre sus limites culturales.
La mujer de hoy es votante, trabajadora, independiente, líder, inteligente, capaz, decidida y tantas cosas mas. La mujer de hoy en día es más que antes, justamente porque conserva sus viejas cualidades al tiempo que sumó todas aquellas nuevas, conseguidas a través de la ardua lucha contra los estigmas sociales y culturales. La mujer de hoy es además madre, delicada, bella, coqueta, hábil con sus manos, cuidadosa con los detalles, paciente, social y otras tantas cosas que la evolución cultural de la humanidad le ha legado al género.
Hay otras en las que, como género, les costará muchos años de evolución igualar al hombre. Así, el hombre les vencerá por ahora en fuerza bruta, en tamaño, en habilidad mecánica, en noción del espacio y el movimiento, en ubicación, en soporte de circunstancias adversas y otras tantas mas. Para una teoría racional de como la evolución se ha encargado de tallar nuestras costumbres sociales y culturales en nuestro género recomiendo el libro Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas de Allan y Barbara Pease. Este matrimonio deja claro que estas diferencias existen y no son malas, sino que obedecen a la evolución sufrida por siglos de división del trabajo (tal como las abejas tienen zánganos, obreras y reina) y se trata de ventajas individuales que nos hacen diferentes como género y que nos hacen mas fuertes como especie.
Es necesario aquí que también haga la aclaración de que hemos hablado de poblaciones estadísticamente representativas. Es correcto afirmar que dentro de toda población con una característica determinada, habrá sus excepciones que no cumplan con dicha característica. Por ende no es raro encontrar mujeres grandes y fuertes, o que son mecánicos excelentes o que son tan ubicadas como el mejor explorador varón que ha habido; así como hay hombres que no poseen características como las que he descrito. Estas excepciones no pueden ser regla. También aclaramos que se habla aquí de sociedad occidental.
Feminismo radical. Toda esta reivindicación del género femenino es correcta y necesaria. Sucede que hay individuos que dirigen estos movimientos que no saben en que punto detenerse. Mujeres, líderes de los movimientos reivindicantes han tomado posturas totalmente radicales en las que se denigra al hombre por el hecho de ser tal como culturalmente hemos sido criados, en las que se le niega totalmente el derecho a un varón a opinar sobre una mujer. Tal es la situación que nos llama a escribir estas líneas.
El problema no es que se le pida recato a las mujeres, el problema es que se trata de un hombre, miembro de una congregación de hombres, quien opina en ese sentido. Las líderes radicales lo toman como una ofensa sin haber ofensa de por medio y llaman a la movilización. Son estas mismas líderes las que luego llaman a manifestarse por el uso de la mujer como objeto publicitario, particularmente cuando hay mujeres que promocionan productos con solo el uso de vestimenta poco recatada. El problema no es el mensaje, es el mensajero; y el mensajero convierte ese mensaje en ofensa.
Estas mujeres, minoría, se atribuye la representación de todo el género. Hablan en nombre de la mujer, y lo cierto es que no son apoyadas por la mayoría de las mujeres. A estas mujeres les desagrada la idea de ser madres, de ser delicadas, de cualquier características que les haga recordar la mujer de antaño. Ellas han formado en su pequeño colectivo una imagen de mujer totalmente apartada de cualquier imagen tradicional. El problema es que su ideal de mujer es culpable de todos los vicios en que ha caído el género masculino durante la historia y busca el posicionamiento de la mujer en puestos de poder, no por su capacidad, sino por el simple hecho de ser mujer.
Estas mujeres radicales, cuya gran mayoría no se profesa católica, fueron quienes se sintieron ofendidas por el mensaje de los curas durante las celebraciones a La Negrita. Estas mujeres resienten a la Iglesia Católica (y posiblemente al resto de las religiones tradicionales) que se haya mantenido al márgen de la reivindicación femenina. Desde luego que se encuentran en pleno derecho de no afiliarse a una religión que no concienten, pero eso las descalifica para criticar mas allá de su abandono de la feligresía.
La Nación (http://www.nacion.com/2011-08-10/ElPais/-lsquo-marcha-de-las-putas-rsquo--a-la-tica-se-realizara-el-domingo.aspx) publicó el llamado a marchar contra las palabras de los curas. La convocatoria rezaba "Nuestra reivindicación es la más básica del feminismo: nosotras decidimos sobre nuestras vidas, nadie más tiene que decirnos cómo debemos vestir, qué debemos pensar o qué debemos hacer; y al contrario, es necesario enseñar a los hombres a no violar, agredir y abusar".
Ciertamente no es la Iglesia Católica quien dice a las mujeres como vestir. Las dirigentes de estos grupos deberían preocuparse de revistas como Cosmopolitan (http://www.cosmopolitan.com/hairstyles-beauty/beauty-blog/sears-kardashian-kollection-081811), las cuales mes a mes literalmente le dicen a las mujeres como vestir. En todo caso, si estas señoras asistieran a misa, bien podrían escuchar de vez en cuando al cura local condenar a los hombres que violan, agreden y abusan a las mujeres; ciertamente no escucharán a los sacerdotes sancionar estas actitudes si no asisten a misa.
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