04 abril 2017

Frasco por Suramérica - 09 - De San Gil a Yopal (De mil kilómetros en segunda)

Y bueno... un dedo quebrado tarda entre un mes a dos meses en siquiera sanar al punto de poder caminar. Mi carrera futbolística tendrá que esperar entre dos a tres meses, que espero sea suficiente tiempo para poder coordinar una visoría con el River Plate o al menos Chacarita Jr. Entre tanto, sigo manejando como si no hubiera mañana, zigzagueando por el oriente colombiano.

La ruta esta vez. No se ve tan impresionante en el mapa como la anterior.

Día 1 - De San Gil a Belén

Lo de San Gil es un pueblo de corte colonial y el primer pueblo netamente turístico que había visitado desde Cabo de la Vela. Ahora, la especialidad de San Gil son de hecho los tours de deportes extremos. Ahí se consigue rafting, canopy, rapel en cañones, cavernas, parapente. De hecho por lo poco que revisé son bastante más baratos que los tours similares allá en el terruño. Claro que gracias a mi pie disfuncional, me vi imposibilitado de hacer ninguna de esas actividades. La muchacha del hostel se quedó pensando un momento cuando le pregunté por actividades en San Gil para alguien que no puede caminar 200 m. Lo único que supo decirme fue sobre Barichara.

Igual me quedé dos noches en San Gil para poder mandar a lavar la ropa. El pueblo es bonito, si bien con un poco de caos vial por culpa de que el pueblo termina en un río que sólo se puede cruzar por dos puentes.

Barichara es otra cosa. Es un pueblo totalmente colonial, increíblemente limpio y arreglado con iglesias preciosas y vistas a los cerros. Si bien San Gil es más como para el ambiente de deportes extremos y fiesta en la noche, Barichara es más para pasar unos días en total tranqulidad tomando café y viendo el paisaje.

 La Catedral de Barichara vista desde atrás.

Así se ven casi todas las calles en Barichara.

Una vez desayunado, tocó volver de Barichara a San Gil. De ahí tocaba agarrar la carretera nacional 64 por Mogotes a salir cerca de Soatá. Casi en frente del cruce con esta carretera había un retén de la policía de tránsito así que aproveché para preguntarles por el camino. La respuesta fue que ese camino es poco más que una trocha y que mejor no me vaya por ese lado. En cambio, recomendaron irme por Charala y Encino a salir a Belén.

Este camino es ancho y asfaltado por unos kilómetros. Luego empiezan los trabajos de reparación (o construcción, no estoy seguro) hasta Charala. Todo ese tramo está en lastre. Charala es un pueblo pequeño dedicado a la ganadería, y después de pasarlo el camino se vuelve una trillo de un sólo carril en pura tierra. La vista es lo mejor del camino, sobre todo cuando se sube al páramo, pero ciertamente si este era el camino bueno y el de Mogotes era una trocha; no quiero imaginarme aquel otro.

A la bajada estuve a punto de quedarme acampando en el páramo, pero decidí mejor esperar para acampar hasta tener el pie bueno. Lo que quedó fue bajar a Belén, otro pueblo pequeño dedicado al ganado en un valle.

Encino es poco más que un caserío en medio de las montañas.

Luego se baja al cañón del río.

Y se sube hasta el páramo.

Belén desde la altura.

La vista desde el cuarto del hotel estaba sólo bien.

Día 2 - De Belén a Cocuy

¿Qué hago en Belén? Pues me había enterado por inet de un Parque Nacional llamado El Cocuy. El parque nacional es hogar de los cerros nevados de la Sierra Oriental y tiene el pequeño detalle de que por mas de un año ha estado cerrado por algún desacuerdo con los indígenas de la zona. Supongo yo que por lo menos se podrán ver los cerros de lejos.

Para llegar al parque manejé al norte por la misma carretera que me llevaba de vuelta a Málaga, pero en el pueblo de Soatá se desvía uno hacia el este. Lo que sigue es la historia interminable de esta zona. Se baja hasta el cañón del río, ahí hay un pueblo, se sube la montña que sigue, se baja del otro lado, al lado del nuevo cañón hay otro pueblo, y así sucesivamente. En cada pueblo la carretera pasa por el centro del pueblo, pero no necesariamente pasa directo. Lo que toca es preguntar en cada pueblo por qué lado salir hacia El Cocuy.

El Cocuy es otro pueblito ganadero en el fondo de un valle. Este, es uno de las dos entradas al parque nacional. Es un pueblo colonial, lleno de hoteles en las construcciones de barro y madera, todos cerrados, o abiertos pero vacíos. El pueblo obviamente estaba preparado para recibir turistas, pero hace rato no los ve pasar. Y bueno, ya que llegué a eso de las tres de la tarde y que subir al parque me iba a llevar al menos una hora más, decidí pasar la noche en El Cocuy.

Todos los pueblos de esta zona tienen iglesias grandes y bien bonitas.

La cordillera es de nunca acabar. Valle, pueblo, cerro, valle, pueblo, cerro...

Y no se... me gustó la foto...

El pueblo de El Cocuy, pintado de blanco y verde agua en su totalidad, excepto por la iglesia.

Día 3 - De Cocuy a Belén

El día siguiente subí al parque. De hecho dos días antes se firmó el acuerdo para la reapertura, pero falta por supuesto toda la parte operativa para poder en efecto abrirlo. Yo igual no podía caminar, así que me senté una buena media hora a ver el parque desde un mirador.

Hasta que dan ganas de caminar.

Y bueno, con los pulmones llenos de aire frío bajé de vuelta al Cocuy. De ahí podía devolverme a Soatá y de ahí a Belén, o había un camino por las montañas que da a Chita, y de ahí puedo bajar directo a Sagamoso. Obvio que escogí el lado que no conocía.

De nuevo es cosa de subir cerros, bajar a los pueblos y volver a subir al siguiente cerro. Sólo que esta vez todo en lastre o tierra. La primera pasada es por el páramo y es de lo mejor que he visto. Luego e tres horas de camino se baja a Chita, ahí me encontré con una trinchera de la policía. Cuando me acerqué a preguntar por dónde salía del pueblo el policía, fuertemente armado con rifle automático, en vez de acercarse al carro se alejó acercándose a un poste de luz y empuñó el arma. Dos más tomaron posición.

Ahora todos quieren poner peajes informales.

La vista de la sierra nevada desde el páramo.

Mis agudos instintos detectaron que mejor no almorzaba en este pueblo y sguí el camino. A partir de ahí el peor de los caminos por los que he pasado. La bajada  de Chita es una calle de piedra caída del barranco, suelta y que hace que el carro derrape levemente incluso en 4x4. A la izquierda, el barranco lloviendo piedras, a la derecha el guindo, sin baranda y ni siquiera cinta amarilla esta vez. Esta vez sí admito que manejé todo el rato con nervia.

La calle que baja de Chita, cuando finalmente vi un lugar suficientemente seguro para detenerme.

Y bueno, una vez que se llega a Jericó ya pude almorzar tranquilo y el camino ya no es tan malo. En lastre, con barrancos lloviendo piedras y guindos, pero menos peligroso. Ahí ya venía compartiendo el camino con las vagonetas y camiones que transportan el carbón de las minas de la zona. Esos manejan como animales y en ese camino hay que capearselos porque ellos no van a bajar la velocidad. En una de esas también hubo un hueco en el lastre donde pegué la panza del carro fue curioso porque no pensé que la piedra fuera tan grande como para pegar la panza. Igual seguí sin novedad.

Cuando llegué a Socha seguí a Paz de Río. En una de las entradas antes del pueblo tenía que desviarme para seguir a Sogamosa, pero se me pasó, entonces seguí de vuelta a Belén. Aquí el camino ya es más plano y totalmente pavimentado.

En medio de las montañas hay montones de pequeños llanos llenos de granjas con ganado.

Lo que nunca ví venir fue el amortiguador trasero despegado de su base. Primero pensé que en aquel momento que pegué la panza del carro a la piedra había arrancado el amortiguador, pero luego vi que no hay señas de haber pegado ninguna parte del eje, por lo que lo que pasó fue que el tornillo se quebró sólo, y el sonido fue el amortiguador pegando contra el suelo. El amortiguador quedó inutilizable, pero en Belén no había repuestos. Me tocaba ir a Duitama el día siguiente.

Eso de manejar con cuatro amortiguadores funcionales está sobrevalorado.

Día 4 - De Belén a Yopal

De Belén salí temprano para Duitama, manejando tan suave como se pudiera (para qué si ya había manejado como 100 km en lastre sin ese amortiguador). Llegar a Duitama y encontrar un taller no fue fácil. Del taller obviamente me mandaron a buscar un soldador que sacara el pedazo de tornillo que estaba alojado en el chasis. Otras tantas vueltas me terminaron dejando en un taller en el que no hubo manera de sacar el dichoso pedazo de tornillo. Lo que quedó fue taladrar el tornillo hasta lograr volver a formar la rosca. Una vez eso estuvo, conseguir el amortiguador y montarlo fueron 20 minutos. Salí de Duitama a medio día.

Duitama es una ciudad ya grande, con clara arquitectura suramericana. Es bonita, tranquila, sin caos vial, sin muchas motos, fría. Pasé por Sogamosa, otra ciudad que en apariencia se ve muy bonita y tranquila. De ahí subí el cerro hacia el llano.

Nota adicional, pareciera que en Colombia todas las carreteras están en reparación o construcción. Lo normal es encontrarse al menos un paso regulado en cada carretera. Pero esta fue la peor, al menos tres veces con la calle cerrada más de 20 minutos. Llegué a Yopal a eso de las 17:30. Mañana veremos qué tiene que ofrecer.

Belén amaneció en medio de la neblina.

Sogamosa en su valle.

Lago de Tota.

¡Estúpidos cierres de carretera!

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